A pesar de haber luchado hasta el último aliento, la enfermedad ha traicionado a José María Abenza, derrotándolo en una batalla desigual. Sin embargo, su valentía y determinación lo convierten en un verdadero héroe. José María nació en La Bermeja, una pedanía de Ricote, donde recibió sus primeras lecciones de las recién incorporadas maestras. Siempre recordó con cariño y afecto a Consuelo, Carmen y Maribel, quienes también lo prepararon como alumno libre durante el Bachillerato. En aquel entonces, pocos pueblos contaban con centros de educación secundaria en la Región.
Con el paso de los años, completó el bachillerato en Murcia, compartiendo residencia en la desaparecida residencia Aguirre, en la calle Martínez Anido, cerca del cine Avenida, junto al Rollo. Después de completar el curso selectivo en la Universidad de Murcia con destacados profesores, como Procopio Zoroa, Juan de Iranzo y Antonio Soler, partió a Granada para estudiar Farmacia. Durante su estancia, residió en el colegio mayor La Victoria, frente a la Alhambra. Tras obtener la licenciatura, continuó con su doctorado bajo la dirección del profesor Miguel Monteoliva, a quien siempre consideró su maestro.
Inició su carrera profesional en el laboratorio cordobés Medical, dedicándose a la investigación y contribuyendo al desarrollo de productos como el Epixtasol, utilizado para detener hemorragias nasales, y el Pecamin, un antialérgico y antibiótico. Después de dos años, abrió una farmacia en Sayalonga, Málaga, pero su tierra natal y su novia, Antoñita, ejercían una fuerte atracción sobre él. Finalmente, se estableció en Murcia, en el polígono Infante don Juan Manuel, en 1977, donde trabajó hasta su jubilación en 2017.
José María se destacó como analista, conferenciante y ponente en numerosos congresos científicos. Era especialista en fórmulas magistrales y participó activamente en el Colegio Oficial de Farmacéuticos. Además, fue uno de los diez profesionales que formaron parte de la primera célula y comisión gestora para la creación de la Academia de Farmacia Santa María de España de la Región de Murcia. En 2002, escribió la historia completa de la academia, desde su inicio hasta la aprobación de los estatutos y su constitución, entre otros libros publicados.
La “rebotica” de su farmacia fue testigo de innumerables tertulias que parecían no tener fin durante las largas noches de guardia, donde amigos y colegas siempre lo consideraron un verdadero maestro. Por su propia voluntad, sus restos mortales regresan a Ricote, para reunirse con los seres queridos, el lugar donde nació y desde donde comenzó su vida pública.
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